ORBIS LIBRIS

Libros de cualquier tiempo y lugar

imagen principal

Mundos que salen de la niebla

La América precolombina en 1491 – Una nueva historia de las Américas antes de Colón de Charles C. Mann. Y un poco más…

- 18 -11- 2021 -

Publicado por primera vez en inglés en 2005, y en castellano al año siguiente, 1491 - Una nueva historia de las Américas antes de Colón acerca al lector no especializado una importante cantidad de hallazgos basados en el cruce de diversas disciplinas científicas que tienden a desmontar la imagen que se tenía de la América precolombina.

Charles C. Mann, periodista estadounidense especializado en temas de ciencia e historia, continúa el tipo de análisis que tiene como principal referente a Alfred Crosby, historiador también estadounidense que publicó en los años setentas y ochentas dos obras clásicas sobre el tema: The Columbian Exchange y Ecological Imperialism. El vínculo con la obra de Crosby es tan directo que el siguiente libro de Mann, 1493 - Una nueva historia del mundo después de Colón, es una actualización de The Columbian Exchange

El método en cuestión, que es el propio funcionamiento de la ciencia actual, consiste en cruzar el estudio tradicional de la historia basada en documentos escritos y restos arqueológicos con información proveniente de múltiples disciplinas, tales como: 'la demografía, la climatología, la epidemiología, la economía, la botánica y la palinología (el análisis del polen), así como la biología molecular y evolutiva, las técnicas de datación mediante carbono 14, el muestreo de fragmentos de hielo, la fotografía por satélite, y la tamización y análisis del terreno, el análisis genético por microsatélite y los vuelos virtuales en tres dimensiones…'

El problema que plantea este cruce de disciplinas es que las investigaciones se suceden más rápido de lo que un libro tarda en ser leído y asimilado. Cualquier cosa que se publique sobre estos temas corre el riesgo de desactualizarse antes de llegar a su público. Para evitar que esto ocurriera con su obra Mann decidió organizar la exposición a partir de tres ejes sobre los que giraban la mayor parte de los problemas en su momento y que continúan siendo actuales a quince a años de la publicación del libro. Es decir, tres problemas que son válidos más allá de investigaciones puntuales que van arrojando nueva información sobre ellos.

Esos tres problemas son: la datación del poblamiento del continente americano, la densidad demográfica del mismo antes de la llegada de los conquistadores y el nivel de intervención que los pobladores originales tuvieron en los ecosistemas que habitaron. 

Si bien en cada caso Mann se encarga de citar la palabra de investigadores escépticos o que sostienen puntos contrarios a lo que él postula, sobre los tres ejes  la visión que presenta es contundente: 'Los indios estuvieron en estas tierras desde antes de lo que se piensa (…) y su presencia fue numéricamente muy superior a lo que se cree. Y tuvieron tal éxito al imponer su voluntad sobre el paisaje que en 1492 Colón desembarcó en un hemisferio absolutamente marcado por la humanidad que lo había habitado.' - P. 13 

A continuación comento brevemente los tres ejes del libro y agrego información de investigaciones posteriores a su publicación. En las notas se detallan las referencias correspondientes.


El origen, los orígenes

Una virtud del libro de Mann consiste en permitirle al lector ver y entender el funcionamiento interno de la comunidad científica, cómo se llega a un consenso y cómo se corroe ese consenso ante la acumulación de nueva evidencia, cuáles son las disputas internas, las diferencias de criterios, el peso de las personalidades y la siempre conflictiva relación con otros ámbitos tales como los de los activistas de distintas causas o los científicos amateurs. En ese sentido la sección dedicada al problema del poblamiento del continente americano se deja leer como una buena muestra de historia de la ciencia. 

A partir del siglo XIX la ciencia moderna comenzó a confeccionar su interpretación del origen de las poblaciones americanas. Tras diversos hallazgos y controversias que Mann narra con cierto detalle, a mediados del siglo XX se llegó a establecer la versión que muchos aprendimos en el colegio. Los primeros pobladores de América habrían entrado al continente por el Estrecho de Bering hace aproximadamente 14.000 años, desde Siberia.

Sin embargo a partir de las últimas décadas del siglo XX se empezaron a acumular estudios y evidencias que fueron demoliendo rápidamente el consenso logrado por la explicación del origen asiático. Y desde la publicación del libro de Mann la avalancha de investigaciones no ha dejado de crecer, tal como se puede constatar con una simple consulta en Wikipedia.  

La vieja interpretación descansaba sobre tres pilares: la posibilidad de cruzar el Estrecho de Bering y atravesar Canadá, que estaba mayormente cubierta de hielo,  por un corredor que se había abierto entre los glaciales durante el período referido; la extinción de los grandes mamíferos de la zona, que habrían sido devorados por el hombre a medida que avanzaba sobre el continente; y la datación del yacimiento arqueológico de Clovis, en Nuevo Méxivo, Estados Unidos, el más antiguo encontrado hasta ese momento. 

Los tres elementos se encuentran actualmente bajo cuestionamiento, o han sido descartados. Ya no es tan seguro que haya sido posible cruzar el Estrecho de Bering y atravesar Canadá en el momento en que lo requiere la teoría. La extinción de los grandes mamíferos no se atribuye de manera directa a la acción humana, puesto que hay zonas en las que se ha constatado la convivencia entre humanos y grandes mamíferos durante siglos; además de que el “hombre primitivo” parece haber sido mucho menos carnívoro de lo que se creía. Y por último, y más importante, por todas partes empezaron a aparecer yacimientos arqueológicos más antiguos que el de Clovis, en algunos casos, mucho más antiguos. 

En la actualidad el origen de las poblaciones americanas es terreno de teorías, controversias y especulaciones múltiples. Las fechas se corren en decenas de miles de años y los orígenes se multiplican. Es posible que hayan llegado desde distintos lugares, en distintos momentos, en embarcaciones bordeando la costa del Pacífico o desde la Polinesia a Sudamérica. Incluso se llega a especular con un paso posible a través de la Antártida. 

La propia dinámica de la ciencia dificulta la consolidación de un consenso porque la cantidad de estudios de las más diversas ramas (lingüística, genética, geología, estudios ambientales, etc) se superponen arrojando variables nuevas que no dejan de cambiar, o de dinamitar, cualquier generalización. 

De lo que no cabe dudar es que el origen o los orígenes son mucho más remotos de lo que se creía. En Brasil, por un ejemplo, en el Parque Nacional de la Sierra de Capivara, hay yacimientos arqueológicos que pueden datarse con 30.000 años de antigüedad o más. Y en 2018, en la provincia argentina de Catamarca, científicos tucumanos encontraron restos arqueológicos de 40.000 años de antigüedad.

El beso - pintura rupestre del Parque Nacional de la Sierra de Capivara

La demografía

Este es el punto más sensible del libro. La discusión sobre la cantidad de población que había en el continente antes de la llegada de los europeos conecta de manera directa con el problema de la desaparición de esas poblaciones como consecuencia de la conquista. Al subir la estimación demográfica sube el número de muertos y se agrava la discusión sobre la culpabilidad o responsabilidad de conquistadores y colonizadores. Las diversas cifras que se manejan repercuten en un debate que no es meramente histórico. 

La dificultad de establecer con algún grado de certeza la cantidad de población precolombina se debe a la falta de registros, los primeros censos que se tienen son posteriores a la conquista, por lo cual todos los métodos que se utilizan para estimar la población previa consisten en aproximaciones indirectas. 

Inicialmente fue Fray Bartolomé de las Casas quien arrojó números considerables, no directamente sobre la cantidad de población sino sobre la cantidad de muertos desde el inicio de la conquista.  En su estimación más alta Fray Bartolomé calculaba que se habían perdido cuarenta millones de vidas, solamente en Mesoamérica, desde la llegada de Colón hasta su época, unos cincuenta años después. Otros testimonios de la época coincidían aproximadamente con cifras de semejante magnitud.

Sin embargo para la historiografía del siglo XX, principalmente entre autores norteamericanos, según detalla Mann, la estimación comenzó a decrecer. No se tomaron como fidedignas las fuentes como Las Casas y otros cronistas por considerar que no eran objetivos. Los testimonios de colonizadores y conquistadores suelen estar perfilados por intereses particulares, por lo cual se asume que en muchos casos exageran, mienten o tergiversan para cumplir con determinado objetivo, como por ejemplo convencer a la Realeza de la necesidad de financiar una expedición o, en el caso de Fray Bartolomé, para poner en evidencia la brutalidad del sistema colonial. 

En los años veinte del siglo pasado se estimaba que cuarenta millones era un número razonable para todo el continente, no sólo Mesoamérica, y a mitad de siglo la estimación se había reducido cinco veces más. 

El principal motivo por el cual resultaba difícil aceptar una estimación de población elevada, igual o mayor a la que tenía Europa en el mismo período, era que resultaba inverosímil el exterminio. Sin negar la crueldad de los conquistadores, de la que no hay ningún tipo de duda, la desaparición de decenas de millones de personas en un período no mayor de un siglo no parecía tener una explicación razonable. De hecho iba en contra de los propios intereses de los conquistadores y colonizadores, quienes necesitaban mano de obra para desarrollar la encomienda. Y aunque hubiesen intentado llevar adelante una política de exterminio masivo ni siquiera había la suficiente cantidad de europeos en América para poder implementarla.

Las cifras, sin embargo, durante las últimas décadas del siglo XX, volvieron a subir. Y actualmente hay mayor consenso sobre una estimación de población elevada, aunque no haya acuerdo sobre la cifra aproximada definitiva. Sobre lo que sí parece haber un consenso general aceptado es sobre la causa de la desaparición masiva de la mayor parte de los pobladores originales del continente: las enfermedades traídas por los europeos. 

Durante miles de años el sistema inmunológico de las poblaciones americanas se desarrolló sin contacto con los principales transmisores de enfermedades del mundo euroasiático, los animales domésticos. Durante decenas de siglos las especies domesticadas en Europa y Asia transmitieron a los humanos las diversas pestes que asolaron a las poblaciones, diezmándolas de manera periódica. Cuando los europeos y sus animales desembarcaron en América todas esas enfermedades se volcaron sobre una población numerosa y sin anticuerpos. La viruela se expandió más rápido que los propios conquistadores, en muchos casos asoló o exterminó pueblos enteros antes de que llegaran los europeos. 

Las enfermedades no solamente exterminaron a las personas sino que también quebraron internamente a muchas sociedades y se asume que son la explicación para entender las inexplicables caídas de los dos grandes imperios americanos, que manejaban decenas de miles de guerreros y que sucumbieron ante un par de cientos de españoles. 'Los invasores humanos, y sus descendientes, consultaron a sus egos antes que a los ecologistas para explicar su triunfo' afirmaba Alfred Crosby en Ecological Imperialism, sin embargo dicho triunfo no 'podría haber sido realizado solamente por seres humanos, a pesar de la pólvora.

Los conquistadores actuaron en combinación con una fuerza sobrehumana de la cual era imposible defenderse. Los indios podían aprender, y aprendieron, a usar el caballo y la pólvora, pero no podían poner a su favor la viruela, la gripe o el sarampión. Crosby y Mann describen la totalidad del proceso como la invasión de un ecosistema sobre otro, invasión en la que humanos, plantas y animales interactúan de manera permanente.  

Más allá de las diferencias sobre las cifras poblacionales se estima que un siglo después de la llegada de Colón había desaparecido el 95% de la población americana. La catástrofe fue de proporciones tan grandes que llegó a afectar el clima mundial. En los últimos años se realizaron diversos estudios que corroboraron que cien años después de la conquista se produjo un descenso de la temperatura en el planeta. Dicho enfriamiento global se explica por la inmensa reforestación del continente americano y el correspondiente aumento de emisiones de CO2. La vegetación volvió a tomar las ciudades, las aldeas y los campos de cultivos que habían quedado deshabitados.

La naturaleza

Este es el punto en el que, según Mann, se proyecta con mayor fuerza la visión estereotipada de las civilizaciones precolombinas, tanto en su versión positiva como negativa. El estereotipo consiste en considerar que las poblaciones americanas tuvieron una incidencia mínima en los ecosistemas que habitaron. La versión negativa tiende a ver ese bajo grado de intervención como el rasgo de culturas poco desarrolladas y rudimentarias, mientras que la versión positiva encuentra allí el símbolo de la posibilidad humana de vivir sin afectar a la naturaleza prístina, lo cual no es otra cosa que la continuación ecologista del mito del buen salvaje. 

Frente a estas visiones Mann presenta una postura contundente: no existe ese bajo grado de intervención en el ecosistema. Y la reforestación del continente después de la conquista lo demuestra con claridad. Los indios americanos transformaron los paisajes que habitaron, aunque en algunos casos lo hicieron de formas insospechadas hasta hace poco tiempo. 

El ejemplo más impactante es la selva amazónica. Hasta fines del siglo pasado prevalecía la idea de que el ecosistema amazónico hacía imposible el desarrollo de una civilización compleja y numerosa. Nuevamente las consideraciones científicas iban a contramano de los testimonios históricos.

En este caso puntual se presentaba el relato de la expedición de Francisco Orellana, el primer viaje de europeos a lo largo del río Amazonas. El testimonio de dicha expedición, escrito por el cura domínico Gaspal de Carvajal, narra encuentros casi permanentes con distintos tipos de pueblos situados uno al lado del otro a ambas orillas del Amazonas, todas poblaciones prósperas y hostiles que no dejaron de atacar con flechas envenenadas la embarcación de los famélicos y desesperados españoles.

La narración de Carvajal, que llegaba a incluir un pueblo de mujeres guerreras, no fue tomada en serio ni siquiera en su época. Y más adelante la ciencia la decretó imposible. Los pueblos amazónicos estaban atrapados en un entorno que habilitaba solamente una forma de existencia rudimentaria y sin cambios a lo largo de su historia. Lo cual coincidía con la concepción ecologista de la selva amazónica como tierra virgen alejada del contacto con la civilización.

Sin embargo, una vez más, el propio avance de la ciencia fue transformando el panorama. Y desde la publicación de 1491… se ha sumado evidencia que apoya la idea de que la selva amazónica no solamente estaba habitada por poblaciones numerosas y complejas sino que también la propia selva, o al menos una parte de ella, fue creada por esas poblaciones.

La clave, según Mann, está en la tierra y en los árboles. Una proporción importante de estos últimos da frutos comestibles para los seres humanos a lo largo y ancho de la selva. Parece ser que esto no es una casualidad sino que se debe a que originalmente esos árboles fueron plantados. Los habitantes de la selva amazónica habrían practicado una forma de agricultura sustentable que combinaba distintos tipos de cultivos sin agotar los nutrientes de la tierra.

Y habrían llegado incluso a producir su propia tierra. Dado que el suelo típico de la selva carece de nutrientes, la vegetación selvática absorbe nutrientes de la capa superior con que la propia vegetación cubre el suelo. Los indios habrían encontrado la manera, mediante un proceso de 'tala y combustión' que todavía se practica, de producir tierra fértil para desarrollar su particular forma de agricultura. Es lo que que hoy se conoce como terra preta.

En los últimos años la deforestación de la selva amazónica fue dejando al descubierto la presencia de marcas en el suelo que forman estructuras geométricas que pueden apreciarse desde lo alto. Estas formas han sido denominadas geoglifos y han aparecido en distintos puntos de la selva. Se estima que marcarían las divisiones de lugares utilizados para realizar ritos religiosos. Los geoglifos tal vez sean el apoyo más contundente a la teoría presentada por Mann. Lo que hoy es selva, una parte al menos, habría sido en su momento un rico entramado de huertos y jardines.


Geoglifo en el Amazonas - Pinterest


Desde su publicación 1491… se convirtió en la principal obra de referencia sobre su tema. Los descubrimientos que Mann presentaba como novedades en 2005 no dejaron de proliferar y afianzarse desde entonces. No se trata solamente de las culturas que sobrevivieron a la catástrofe de la conquista sino también de muchas otras, anteriores o desaparecidas antes de la llegada de los europeos. 

El fenómeno no es exclusivo del continente americano. Pasados anteriores al pasado emergen por doquier obligando a replantear la cartografía del tiempo y del  lugar que nuestras sociedades ocupan en el mismo. Casi a diario se conocen noticias de nuevos sitios arqueológicos, de sistemas de escritura recientemente descifrados, de civilizaciones que se perfilan en horizontes cada vez más remotos en el tiempo. Es tan grande la dinámica de hallazgos y descubrimientos que cualquier tipo de generalización o síntesis se vuelve arriesgada. Lo cual deja el camino libre para las especulaciones más variadas y dudosas.

De lo que no cabe dudar es que las voces de las civilizaciones precolombinas, silenciadas y olvidadas durante siglos, se hacen oír de una manera cada vez más nítida en la maleza de información y angustias de la cultura global. Si bien nunca sabremos con exactitud todo lo que tienen para decirnos, ya no podremos negar que estuvieron ahí.



Notas: 

El artículo está hecho a partir de la edición de Taurus, 2006, versión en PDF que se puede encontrar en internet.

La imagen de inicio es del libro Vera Historia de Indias, de Oski, Ed. Colihue 2013. El título de la ilustración es Descubrimiento del Amazonas.

Otras reseñas en castellano del libro:

hislibris.com

elpais.com revistasujat

ojosdepapel.com

latorredelvirrey

docplayer.es

Aquí una nota muy completa y actualizada de la BBC sobre el continente Americano antes de la llegada de Colón. Allí se cita una declaración de Charles Mann, según la cual: 'En América vivían entre 40 y 60 millones de personas, según estimaciones recientes, las cuales hablaban cerca de 1.200 idiomas distintos, agrupados en unas 120 familias lingüísticas'

12 de octubre: cómo era América realmente antes de la llegada de Cristóbal Colón. 

Aquí una nota sobre el descubrimiento de restos de 40.000 años en Argentina

unidiversidad.com.ar

Sobre las yacimientos arqueológicos en las Sierras de Capivara, Brasil:

Sobre la desaparición de la población americana se puede ver:

theconversation.com

Sobre el Amazonas y los geoglifos:

elconfidencial.com

www.elconfidencial.com

www.bbc.com

Salvo que se indique lo contrario todos los textos de Orbis Libris fueron escritos por Darío Semino. Para contactarse se puede escribir a orbislibriscontacto@gmail.com